jueves, 26 de agosto de 2010

La vida en la ciudad

La fiesta de San Juan en Otavalo es celebrada por tres clases de festejantes: los dos primeros, los sanjuanes: enmascarados con indumentaria especial, y los festejantes con indumentaria especial sin máscara; éstos recorren las calles brindando un llamativo espectáculo, tocando instrumentos musicales especialmente la flauta de carrizo, el rondín y la guitarra, cantan y ejecutan movimientos coreográficos conocido como baile por San Juan. El tercer grupo  integran los festejantes sin máscara ni indumentaria especial con una mayor cantidad de mestizos se encarga de la imaginería popular, de los castillos, bendición de las imágenes y la volatería. Los  principales tipos de enmascarados  en la fiesta de San Juan llevan indumentaria con elementos comunes: alpargatas, camisa amarilla, chaleco y bandera.  Estos son: Negro-Cuna o Mayordomo, es un personaje de mando, a quien los demás deben obediencia; Diablo-Uma que lleva una diferenciación específica, la máscara llamada capirote; Murciélago que bien podría ser igual a Marcero; y el Cabezón, distinguiéndose del resto por su capirote, es un personaje monstruoso.  También encontramos a los “enmascarados improvisados” que usan disfraces improvisados o comerciales.

Los tres grupos colaboran juntos en la fiesta en  las conocidas entradas, anunciadas con voladores, que son  irrupciones cortas, pero bruscas,  con mucho griterío, bailes y saltos en casas particulares o en  plazas públicas. Pueden darse  peleas entre grupos de sanjuanes que coinciden en la plaza, debido a rivalidades entre parcialidades indígenas o por la vieja costumbre que tuvo sus comienzos en una fiesta llamada Sara-Japina, hoy conocida por San Juan, estos enfrentamientos pueden ser leves o  graves dejando heridos y hasta muertos, pese a ser sólo una representación teatral.
La imaginería popular entra en auge con ocasión de esta celebración, los escultores conocidos en Otavalo como santeros se dedican a la elaboración, reparaciones y restauraciones de imágenes religiosas católicas, su labor merece el apoyo de las instituciones oficiales.
Los castillos es una pequeña construcción tejida de carrizos o vara de madera sujeta al cielo raso de la habitación principal de la casa de la que se cuelga fruta, pan, bebidas y dinero.  El dueño del castillo que se lo conoce como fundador, con voladores desde la víspera y el día de la fiesta  llama a sus visitantes (amigos, relacionados, enmascarados) a los que debe atender bien con comidas y bebidas, y éstos a su vez  tienen la obligación de llevar las mismas provisiones como devoción al Santo, además tienen el cargo o aumento, que es su compromiso son el Santo y el dueño del castillo. 

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